Immaculée, una historia de perdón

Immaculée, una historia de perdón

El martes 27 de mayo tuvimos el honor de recibir a Immaculée Ilibagiza, la ruandesa que sobrevivió al genocidio de hace 20 años y perdonó a los asesinos de su familia

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En abril de 1994 se desató lo que luego se conocería como el genocidio de Ruanda. En 91 días, la tribu hutu se desató en violencia contra la tribu tutsi: al cabo de ese tiempo las víctimas mortales se contaban en un millón. La forma de exterminio resultó ser, básicamente, la utilización del machete. Immaculée Ilibagiza, por entonces de 22 años de edad, logró escapar al terror gracias a que estuvo encerrada durante todo lo que duró el genocidio en un minúsculo baño de un metro por un metro 20 junto a otras siete mujeres.

Al cabo de la masacre, conoció que dos de sus hermanos –menos uno, que se encontraba en Senegal– y sus padres fueron asesinados, y su casa consumida por las llamas. Logró perdonar a los que mataron a su familia y amigos, en base a una fuerte fe en Dios y una gran devoción a la Virgen María. Immaculée todo lo cuenta en el libro best seller “Sobrevivir para contarlo” y también lo hizo durante la conferencia que brindó el 27 de mayo en el Movie de Montevideo Shopping, invitada por los colegios Los Pilares y Monte VI.

A continuación, algunas de las frases que dejó durante el coloquio:

«Nunca me olvido de esa época. Fue la única vez que realmente cuestioné mi fe».

«Las personas que matan no entienden. No piensan en las consecuencias, en el dolor que están causando. Son insensibles a eso. En Ruanda, las personas estaban matando y salían en la radio y la televisión. Un hombre dijo que había matado a 400 personas con un machete. Le dieron un premio. Los líderes del gobierno aparecieron en la radio y en la televisión diciendo que no había que olvidar matar a los niños, porque un hijo de una serpiente también es una serpiente. No ven las consecuencias porque odian. No les importa el amor».

«El perdón no es un favor a otro. Es un entendimiento dentro de uno mismo, y es un favor a uno mismo. Espero que la gente aprenda a amar, a aceptarse los unos a los otros, y a tomar cada día para darse cuenta de que pueden hacer bien, porque la vida es demasiado corta».

“Esta es la razón por la que comparto el perdón, porque es real. Yo tenía la certeza visceral de que los asesinos no sabían lo que hacían. No es que sea un tema de heroísmo: simplemente entiendes que uno más uno es dos y que no puedes negar esa certeza”.

“Fue una larga experiencia, y eso es precisamente lo que quiero compartir con la gente. No es fácil tener prácticamente todo y de repente saber que todos han sido asesinados. Tuve muchos momentos de ira, de frustración, de odio, momentos en que pensaba que quería vengarme por lo que le había pasado a mi familia. Pero también llegó un momento en que me di cuenta de que me estaba convirtiendo en lo mismo que odiaba, en las cosas que no me gustaban. Cuando uno se convierte en alguien que odia, se enferma y empieza a odiar a gente inocente, a niños que son hijos de las personas que te han herido, pero que son inocentes”.

“De un lado estaban los que luchaban por el amor, como por ejemplo Nelson Mandela. Del otro estaban Hitler, el líder de los hutus y todos los que la buscaban para matarla. Y yo misma estaba en ese lado, porque lo que quería era odiar. De repente, me di cuenta de que no quería estar en el grupo de Hitler sino en el del amor. Antes pensaba que si no perdonaba y me vengaba, estaba siendo débil o regalándome. Pero entendí que no era así, que tenía que defender el amor y el perdón. Recién ahí sentí una paz que no puedo poner en palabras”.

“Le decía a Dios que si moría, al menos que muriera aceptándolo, y no morir así, con miedo. Así que tuve mi propia experiencia de darme cuenta de que Dios estaba allí. Llegué a comprender que héroes, como la madre Teresa, Nelson Mandela, Gandhi, han sufrido, pero han defendido la verdad. No importa lo que nos pase, no debemos convertirnos en lo que los otros nos están haciendo. Podemos luchar por la verdad, la paz, el amor y porque otras personas cambien su forma de ser y accedan al amor. Si yo pude perdonar, cualquiera puede hacerlo”.